Ofrenda.
Dame tu mano María.La de las tocas moradas.
Clávame tus siete espadas en esta tarde baldía.
Quiero ir contigo en la impía tarde negra y amarilla.
Aquí en mi torpe mejilla quiero ver si se retrata.
Esa lividez de plata esa
lágrima que brilla
Dejame que te restañe,ese llanto cristalino
Y a la vera del camino permite
que te acompañe
Deja que en lágrimas bañe la
orla negra de tu manto
A los pies del árbol Santo
donde su fruto se mustia
Capitana de la angustia no
quiero que sufras tanto
Que lejos madre la cuna y tus
gozos de Belén
No mi niño.No, no hay quién de
mis brazos te desuna
Y rayos tibios de luna le
acariciaban la piel
Sin despertarte que larga es la
distancia y que amarga
De Jesús muerto a Enmanuel.
¿Dónde está ya el mediodía
luminoso en que Gabriel
Desde el marco del dintel te
saludó –Ave, María?.
Virgen ya de la agonía,tu hijo
es el que cruza ,ahí.
Dejame hacer junto atí ese
augusto itinerarío
Para el monte del Calvario,
atame en Gepsemaní.
Atí doncella graciosa hoy
maestra de dolores
Playa de los pecadores, nido en
el que el alma reposa
Ati ofrezco pulcra rosa. Las
jornadas de esta vía.
Ati madre a quien quería
cumplir mi humilde promesa.
Ati celestial princesa Virgen
Sagrada María.
Tercera estación…………
Atan barbará congoja y
pesadumbre declinas
Y tus rodillas divinas se
hincan en la tierra roja
Y no hay nadie quien te acoja
envano un auxilio imploras.
Vibra en ráfagas sonoras el
látigo del blasfemo.
Y en un esfuerzo supremo
lentamente te incorporas
Como el cordero que viera.Juan el dulce
evangelista,
Así estás ante mi vista tendido
con tu bandera.
Tu mansedumbre a una
fiera,venciera y humillaría.
Ya el cordero se ofrecía por el
mundo y sus pecados
Como mis pies atropellados,como
a un estorbo le hería.
Penúltima estación
He aquí helados
cristalinos,sobre el virginal regazo
Muertos ya para el
abrazo.Huyeron los asesinos.
Que soledad sin colores.Oh
Madre mía no llores.
Como lloraba María.La llamaban
desde aquel día.
La Virgen de los Dolores.
¿Quién fue el escultor que pudo
dar morbidez al marfil?.
¿Quién apuró su buril en el
prodigio desnudo?.
Yo,Madre mía ,fui rudo
artífice,fui el profano.
Que modelé con mi mano ese
triunfo de la muerte
Sobre el cual tu piedad vierte
calidad perlas envano.
Viacrucis 1929.
Jerardo Diego.
¡Hola, Juolina!!!
ResponderEliminarEs una preciosidad esta poema; gracias por traerlo a tu ventana.
Ha sido un placer.
Te dejo mi gratitud y mi estima siempre.
Un beso y feliz fin de semana.
Buenas noches Juolina, un poema hermoso y cargado de dolor, como es el que vivió la virgen María.
ResponderEliminarTe deseo una santa Cuaresma.
Un abrazo
Sor.Cecilia